A comienzos del siglo XIX España estaba inmersa en la Segunda Guerra de Coalición como aliada de Francia y enfrentada a las potencias europeas que intentaban frenar la política expansionista de Napoleón. Con la firma de la Paz de Basilea de 1795 y el Tratado de San Ildefonso de 18 de agosto de 1796, la Monarquía española sellaba una alianza militar con la República francesa que fue el preludio de la declaración de guerra a Gran Bretaña el 7 de octubre de ese mismo año, conflicto que se prolongará hasta pasado el umbral del nuevo siglo.
En marzo de 1802, el Tratado de Amiens firmado por Francia, España, la República de Batavia (Países Bajos) y Gran Bretaña puso momentáneamente fin a la guerra, aunque la ruptura del periodo de paz no tardó en llegar pues, en mayo de 1803, estalló de nuevo el conflicto entre Francia y Gran Bretaña.